lunes, 3 de diciembre de 2007

La rubia era muda


Recórcholis. Ni alcancé a subir la mitad del viaje a Kyoto acá y ya volví de Korea con otros varios cientos de fotos. Supongo que ya no habrá coherencia lineal en términos de tiempo cuando suba alguna historia por acá, pero habrá siempre fotos y anécdotas -que es lo que importa-.

Corea: país muy frío en esta época del año (de hecho si se fijan en la foto de arriba la laguna estaba congelada), y hogar a célebres compañías de autos como Kia, Hyundai y Daewoo. Y Seúl -la capital- estaba plagada de éstos. Me llamó la atención, en todo caso, que también hubiese tanta cantidad de autos lujosos: Jaguar, muchos y modernos mercedes, etc etc. Nos quedamos en una hostal muy buena, bonita y barata que estaba ubicada perfectamente en el centro neurálgico de la ciudad, y desde ahí nos movilizamos a todos los templos, tiendas y mercados que nos ofrecía la capital de Corea del Sur.

Lo primero es lo primero: era de noche cuando llegamos, pero igual salimos a recorrer los alrededores. Y de las cosas freaks que encontramos fueron varias tiendas donde afuera había acuarios que tenían productos frescos del mar listos para servir. Tan frescos que incluso se movían, nadaban o simplemente te miraban desde su acuática celda con cara resignada. Lenguados, lombrices y todo tipo de peces estaban en exhibición, como si fuera una especie de Petland comestible.


Había hasta un pulpo dando vueltas en la zona de los caracoles marinos (a la izquierda, en la esquina). Arriba, las gordas lombrices de mar no hacían más que permanecer inmóviles.


El primer palacio que visitamos, el palacio de Gyeongbokgung. Sí, los nombres son terriblemente complicados. Y hablar coreano es aun más complicado. Al cabo de una semana de estadía, sólo aprendí a decir "gracias"(kam-sa hamnida), "por favor"(jou-seyo), "lléveme de aquí a allá", "está todo bien, no se preocupe"(quen-cha-na-you) y otro parcillo más por ahí. Lo más difícil de todo es que son frases tan raras que no se parecen a nada de lo que sé de idiomas, lo cual hace sumamente difícil asociar la frase a algo conocido y aun más complicado memorizarla. Supongo que algún día podría aprender a hablar coreano, pero jamás escribirlo.


Tuvimos mucha suerte que Hana (la chica de la derecha) estuviera con nosotros. Es oriunda de Seúl, por lo que nos sirvió de guía espiritual y turística a lo largo del viaje por la capital. Además, fue la que nos hizo las reservaciones en todas las hostales y hoteles en los que estuvimos tanto en Seúl como en las otras ciudades a las que fuimos. Uf! La suertecita. Aunque noté que la mayoría de los escasos extranjeros que había contaba con una persona coreana que les estaba mostrando y traduciendo todo.


A pesar de que el estilo pagoda de los templos es similar en principio a los que hay en japón, la arquitectura es mucho más rica estructural y estéticamente. Son mucho más coloridos y meticulosos que los japoneses, aunque los templos japoneses tengo que reconocer que son mucho más sobrios, majestuosos y resistentes. Y, por supuesto, el tatami japonés es insuperable. Los coreanos tenían un suelo de madera frío y duro en vez del enredado de paja y hierbas de los japoneses.


El complejo de Gyeongbokgung fue construido en el año 751 después de cristo, y entre los múltiples elementos tecnológicos contaba con un bastante sofisticado reloj de sol.


También he de mencionar que los palacios coreanos son, en extensión, mucho más grande que los nipones. O sea, no es sólo un edificio el que está en el lugar, sino que son varias construcciones a lo largo de todo el terreno. Tenían hasta una casita al lado de la laguna los muy gozosos.


Esto me llamó bastante la atención. Me acerqué al árbol, lo toqué y caí en cuenta que era muy blando. Sospecho que era un alcornoque. En el momento llamé a Hana para preguntarle, y cuando le mostré que efectivamente podía sacar pequeños pedazos de corcho del árbol si le metía las uñas, Hana se espantó y me dijo: "no se te ocurra arañar el árbol o hacerle ningún tipo de daño! Alguien podría verte y estamos cocinados". Acto seguido seguimos caminando, y ahí me explicó que en los palacios de Corea, los árboles son muy, pero muy valiosos, al punto que valen varios millones de dólares cada uno.


Ese pino típico coreano fue declarado patrimonio de la humanidad, por la antiguedad y altísimo valor que tiene. Era bastante bonito, pero estaba lleno de soportes por todos lados. Crecen tan deformemente que tienen que implantarle apoyos extras de madera para que no se quiebren las ramas, por lo que tienen que estar en constante mantenimiento.


Y no podía faltar! La hora del almuerzo. A pesar de que no son muy llenadoras, las porciones de las comidas son impresionantemente abundantes, mucho más de lo que estamos acostumbrados en Tokyo. Si pides una pequeña cosa de plato de fondo igual te ponen todas esas entradas pequeñas. Y a medida que vas comiendo te traen más y más, era una cosa de locos! Creo que siempre tuve que dejar comida. Dejar comida! Es algo que simplemente no existía en mi vocabulario hasta antes del viaje. Bueno, la base primordial de la cocina coreana es el Kimchi, una especie de repollo picante en estado de descomposición, muy delicioso y "spicy".


Cosa curiosa, estos coreanos comen el arroz y la sopa al final de la comida. O al menos así nos contó Hana que se hacía en muchos lugares. Comimos muchas comidas típicas, pareciera que hay un listado interminable de platos autóctonos, siempre basados en verduras crudas y cocidas, y mariscos varios


Y como quien ve el arco del triunfo en París, y todas esas portadas de piedra en España y otros países, acá tienen algo equivalente. Esta es una de las 4 puertas de acceso al Seúl de hace mil años, que antiguamente estaba amurallado por completo para protegerlo de ataques enemigos. Actualmente está como se ve en la foto, incluso autos pasan por el centro.


Iluminan todos los templos de noche, por si a los turistas les bajan las ganas de explorarlos en la oscuridad. El espectáculo del lugar era asombroso, pues en los alrededores había muchos árboles que habían perdido sus hojas amarillas y éstas se encontraban en el suelo, alumbradas por focos tenues simulando ser pequeñas lagunas ocráceas.


Las inscripciones de todos los palacios y templos están en Chino, pues en Corea este era el idioma que se habló hasta más menos el 1100 a.d. Luego, un avispado coreano tuvo la idea de "simplificar" el lenguaje para que todos pudieran hablar y escribirlo. De ahí nació el coreano como se conoce hoy en día.


Mañana comienzo las clases. Y muero de tuto en este momento. Comienza el segundo trimestre de estudio, y mi mi viaje ya pasó el primer tercio de duración. Estoy feliz! Muerto pero feliz. Jejeje.

2 comentarios:

noesmasqueblabla dijo...

Y se nota que hace frío... si andas con pantalones largos, polerón y hasta gorro... I´m impressed... really
XD

nicolás dijo...

AL FIN AHIJADITO YA TENGO A TOTORO, en dvd. No podía dirigirme a ti si no lo tenía. Ahora ya todos saben que podré devolvertelo.

Me gusto mucho el PISO OCRÁCEO. SE VE QUE LO SIGUES PASANDO MALITO.
un abrazo de tu padrino que te quiere mucho