sábado, 24 de noviembre de 2007

Chick Corea y los gatomelodicos


Sacrifico algunos de los escasos minutos de sueño que me quedan para mi viaje a Corea para subir unas últimas fotos antes de irme. Son ya las 5:30 am, acabo de terminar de hacer la "maleta" (básicamente metí un par de pilchas en la mochila y eso sería todo), y a las 8 tengo que estar listo para partir. Sin dejar de mencionar que aún no tenemos los pasajes, pues la compañía que nos los vendió al parecer se traspapeló en mandarlos y no son e-tickets, y más encima mi segundo apellido está mal escrito. Así que va a ser una ardua mañana, Je... Pequeñas cosas que le dan más sabor a los viajes.

El mismo día que visitamos el templo dorado, fuimos a otros dos templos en la tarde. El primero fue el de Sanjusangendo, famoso por el hecho de que contiene 1001 estatuas de "kanon", una deidad que tiene 40 brazos. Las estatuas eran tamaño humano, y hechas de metal. Y en verdad había 1001!! Fue impactante, tenías que caminar 10 minutos desde un extremo de la sala hasta el otro para poder verlos todos. Y cada uno de ellos estaba detalladamente labrado, fue impactante. Realmente tenían mucho tiempo libre los artesanos en los viejos tiempos.



Fuimos luego al templo de Ginkakuji, supuestamente el "palacio plateado". Alguna vez la idea fue revestirlo en plata, pero por problemas económicos no pudieron hacerlo. El nombre, irónicamente, permaneció igual. El templito no era ninguna maravilla y parece que los locales lo saben, pues se esforzaron muchísimo en hacer sendas estructuras de arena. Increíblemente sinuosas, perfectas y bien niveladas, ese mini ágora elevado y la figura conicoidea del fondo llamaban la atención de todos los turistas. Pero la verdadera belleza del lugar distaba en estar en aquellos bellos pero artificiales elementos.


Así es, la verdadera gracia de lugar era más bien la naturaleza en la que el templo se halla sumido. Árboles de literalmente todos los tonos posibles entre verde, amarillo y rojo carmesí abundaban dondequiera que dirigieras la vista.


Pequeño paréntesis bloguístico: no les parece que esas ranitas están gritando "cooooomprameeeee!" ? Las encontré geniales. Pero no las compré. Jojojojo. Soy relativamente inmune al impulso que lleva a los turistas a caer víctimas de la compra de adminículos que tarde o temprano no encuentran mejor lugar para estar que una caja, el ático o la bodega.


Incluso rosado podías ver. Es difícil traspasar la sensación de estar ahí, pues una foto es un espacio limitado de visión, pero realmente girabas 360 grados y veías eso por todos lados. Pero eran las hojas más rojas las que acaparaban la atención de los japoneses: todos tenían sus cámaras bien asidas, peleándose por quién sacaba la foto de la hoja más roja.


Verde, verde verde. Una alfombra de musgo cubría todo el suelo del lugar, y era particularmente suave en algunos lugares. Ojalá mi pieza tuviera esa vegetación en vez de maderas frías.


Esta fue una de los hallazgos más rojos de la jornada. Estaba ahí, solo y pequeño, pero se erguía majestuosamente ante sus no tan rojos y verdes compañeros.


El atardecer visto desde la montaña aledaña al templo. Cabe recalcar que la geografía de Japón está dotada de muchas montañas, terrenos desiguales y muy escabrosos. En ese sentido se parece mucho a Chile, es confortante estar en una ciudad donde puedes ver montañas. Curiosamente, me da una sensación de estar protegido, y me cuesta menos orientarme.


Las hojas de ¿roble nipónico? Creo que así se llama este árbol. Hay varios en Chile -incluso uno en mi casa-, pero la cantidad es mucho mayor acá (por supuesto, he ahí la nipónica parte del nombre). Siempre me placía ver el rojo cafesoso amarillo del que tenemos en la casa, pero jamás pensé que iba a ver tantos y con tan vivos colores.


Bueno, y con esta gloriosa última actualización emprendo la retirada por una semana. Voy a apagar el computador por primera vez desde que llegué acá en septiembre (salvo un par de reinicios ha estado encendido día y noche), así que imagino que mi amigo Mac va a estar muy contento -y aliviado-.

Ya nos veremos las caras -o fotos- en una semana más. Por en cuanto, les deseo suerte con el calor del hemisferio sur: yo voy a enfrentarme con la nieve Coreana. ;)

jueves, 22 de noviembre de 2007

Kyoto's new groove



Están majaretas, estos japos. Pero no se las llevan peladas, les hacemos la competencia continuamente. ¡Y vaya que le ponemos empeño!

En el otoño japonés son muchos los árboles que se tornan rojos, naranjas y amarillos, pero también hay harto verde. Las especies de hojas perennes abundan. Sin embargo, los coreanos claman que en Corea todos los árboles adquieren un rojo intenso, por lo tanto superando en belleza al otoño japonés. Siento que realmente hay muchos temas por resolver entre coreanos y japoneses, las relaciones son pacíficas pero a la vez tensas. Me recuerda de la relación entre Chile, Perú y Bolivia.


El éxito de un viaje depende no sólo del itinerario, sino también de quién va contigo. Y este viaje fue un total y completo éxito. Seremos los mismos compañeros este otro trimestre, en el curso de japonés intensivo 2.


Carpas: el pescado sagrado. Son gordas, lentas y muy mansas. Las puedes tocar sin problemas, incluso uno de nosotros le metió el dedo dentro de la boca mientras el pescado intentaba comer algo en la superficie del agua.


Kinkakuji, el templo dorado. Ahí mismo podías comprar botellas de sake que contenían pepitas de oro dentro; su misión es darle un toque de buena fortuna y longevidad a tu vida. Cabe recalcar que por un módico precio podías adquirir pequeños oráculos escritos. O sea, la suerte al alcance de la mano. Supongo que incluso el azar tiene precio hoy en día.


Ese día tuve la genial ocurrencia de usar shorts. A pesar de que la temperatura osciló entre los 6 y 10 grados independiente del sol tímido que hubo en la mañana, estuve bastante bien hasta que anocheció. Ahí simplemente fui un témpano de hielo humano. Este va a ser de los inviernos más fríos que ha habido en japón en muchas décadas, por lo que parece que voy a tener que comprarme una chaqueta. O quizás usar menos shorts y más pantalones. Jojojo.


El momento iluminado del día. Una viene de Trinidad y Tobago, y la otra de Lituania. Curiosamente, en lituano los nombres de las flores son prácticamente iguales a los mismos en castellano. Por ejemplo: crisantemos en lituano es "krisantemos"; Calas es "Calias", y los girasoles se escriben igual pero en lituano (a diferencia de idiomas como el inglés y el alemán, donde girasol es simplemente "Sunflower").


Verde: aún es tiempo de regresar al verde. Adoro el musgo en los árboles; mientras más verde mejor. Cerca del templo había una pequeña sección de maceteros que contenían distintos tipos de musgos, y decía "los pequeños habitantes del recinto".


Me recuerda del sauce nipónico que tenemos en la casa. Siempre en otoño se torna rojo, pero cuando tienes decenas de sauces nipónicos a la vista es una escena que quita el aliento.



No es fantástico cuando hay gente que te sige la corriente, sin importar el ridículo que estés haciendo?


La gente nos sacaba fotos. Incluso nos filmaron. Turistas acosando a turistas más turistas que ellos. Supongo que hay un punto donde dijimos "filo, somos extranjeros, qué le vamos a hacer".


Cuatro papanatas haciendo puras papanateadas. Pero son cosas que supongo miraremos cuando tengamos 40 y vamos a reír. Y cómo!


Daichi llevó su súper cámara Nikon no sé cuanto, con lentes de aumento intercambiables. Así que entre los dos sacamos un total de 1300 fotos aproximadamente.


Donde quiera que fuéramos, siempre había distintos tipos de rojos, amarillos y naranjas.


Quedan ya pocos días para partir a Corea. Y al parecer parece que vamos a poder visitar la frontera, donde se encuentran los ejércitos de ambas coreas mirándose los unos a los otros.

Dato curioso del día: Acá no existen las cosas perdidas. Sólo las cosas olvidadas. Un día olvidé mi cámara en el asiento de una micro y se bajaron dos señoras corriendo a devolvérmela. Coincidentemente, más temprano ese mismo día recibí en un templo una carta de la fortuna al azar, que decía "usted encontrará algo que perdió anteriormente".

martes, 20 de noviembre de 2007

Kyoto sessions



He vuelto de Kyoto. Con más de 750 fotos, muchas horas de sueño pendientes y toneladas de asombro tras haber visitado uno de los lugares más fantásticos en los que he estado. Planeamos el viaje con más de un mes de anticipación, y todo salió al callo. Salvo por el hecho de que en los cuatro días que estuvimos nos perdimos tres veces (2 horas y media cada una)gracias a mí, todo salió perfecto. Así que estoy muy feliz! Y procedo a subir algunas fotos del viaje.

La "pequeña" entrada al templo de Higashi-hoganji. Fue al primero que fuimos luego de que llegamos. El primer día fue asesino, pues el bus nocturno de 8 horas fue muy incómodo y apenas dormimos. Llegamos a Kyoto a las 6 de la mañana, y a las 7 ya estábamos en el primer templo. A las 11:30 recién llegamos a la hostal que reservamos (que, menos mal, resultó ser muy limpia, ordenada y segura).


A este templo pudimos entrar y ver la ceremonia budista que había dentro. La aislación del sonido es total: no se escucha ni un solo ruido urbano. Sólo paz, el crujir de los tatamis bajo los pies y la voz del monje dando la misa. El lugar te llamaba a meditar, a pensar y a estar en la más profunda de las calmas. Creo que en otra vida me habría gustado ser un monje y vivir en un lugar así.


Había que sacarse los zapatos para caminar por el templo. El edificio de la foto anterior está conectado a otro aun más grande a su derecha, pero estaba en reconstrucción. Nos dejaron caminar por el balcón, en todo caso. La paz que se respira llena el espíritu, y el aire está cargado de siglos de historia.


El templo de Higashi-Hoganji visto desde afuera. Al fondo está Kyoto tower, el punto más alto de la ciudad con más de 100 metros de altura. No fue necesario que subiéramos, en todo caso, pues desde la cima de la estación de kyoto había suficiente vista como para ver toda la ciudad.


En el templo de Nishi-hoganji. La gracia es que todos estos templos no son meros recuerdos del pasado, sino que se usan. Va mucha gente a rezar, y hay misas budistas varias veces a la semana. Fue una pena que varios de los lugares que visitamos estuvieran en mantención, por lo que estaban llenos de andamios y demases, pero aun así la vista muchas veces era sobrecogedora.


Es de las pocas fotos que tenemos todos juntos. Una vez que hicimos el check-in en la hostal, nos separamos en tres grupos de cuatro, dos y una persona cada uno. Fue para bien, en todo caso: todos hicieron lo que querían hacer, y nosotros logramos recorrer todos los templos que planeamos. Pero fue agotador levantarse todos los días a las 7 de la mañana, caminar sin cesar por todos lados y volver tipo 12 - 1 de la mañana de vuelta a la hostal.


La estación de trenes y buses de Kyoto fue un espectáculo asombroso a la vista. Y la perdida que nos pegamos cuando llegamos fue igual de espectacular... jajaja. Demasiado grande! Hay por lo menos 6 líneas de trenes y 3 líneas de metro que pasan por esta estación, sin contar la infinidad de buses urbanos e interurbanos que también zarpan desde ahí.


Esta era la vista una vez arriba. Paraíso de escaleras! Todo el mundo nos miraba bastante mientras subíamos y bajábamos. Kyoto es una ciudad harto más tradicional que Tokyo, y por lo mismo, a pesar del turismo, la gente no está acostumbrada a ver extranjeros en su ciudad. Así que en el fondo fuimos bichos raros por cuatro días. En los buses, en los paraderos, restoranes, templos y dondequiera que estuviésemos la gente nos miraba. Supongo que así se deben sentir los ídolos de rock cuando se pasean por lugares públicos.


Kyoto no es una ciudad demasiado grande, lo que permite que uno pueda caminar de un templo a otro en algunas ocasiones. Creo que La serena debe ser más grande que Kyoto en extensión. La gente es muy amable, y al parecer hablan más inglés que en tokyo (curiosamente). Lo que más nos alegró es que todos eran en apariencia más normales que los Tokyoenses. Me refiero que casi no vimos hombres de dudosa masculinidad, maquillados, con ropas apretadas, peinados de popstar y bañados en perfume, y tampoco nos topamos con muchas mujeres que usaran requetemini faldas, pestañas postizas, lentes de contacto de cualquier color, ropa muy de marca y pelo teñido. Acá en Tokyo abundan, y agota


La pagoda de Toji-ji tiene 55 metros y supuestamente es la construcción de madera más alta de todo japón. No sé cómo se las ha arreglado para aguantar todos los terremotos que ha habido con el pasar del tiempo.


Estas reliquias centenarias están almacenadas dento de uno de los edificios. Tienen más de 500 años. Obviamente no se podía sacar fotografías, pero al ver que uno de los japonecillos presentes hacía caso omiso del cartel, aproveché la oportunidad.


No podía faltar el jardín japonés típico.


No pude evitar la tentación. Jajajaja. Al fin estoy recuperándome de mis lesiones, y ya puedo hacer piruetas sin demasiado dolor. Eso sí morí de frío estos días. Temperaturas entre 5 y 12 grados, y llevé ese puro polerón que tengo puesto. El invierno parece que se viene muuuuy frío.


Fue muy buen grupo el que se hizo a fin de cuentas con nosotros cuatro. Mezclando inglés, lituano, indonesio, japonés y castellano, fueron cuatro días agotadores pero muy comidos, bebidos y caminados. Y cómo nos reímos!


Otro día subiré más fotos. Estas fueron sólo del primer día, y eso que visitamos pocos lugares. Ahora me voy al tuto! Estoy fundido.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Porotos verdes y chalitas rojas



"... y debo agradecer a la fundación Takase por darme la excelente oportunidad de estudiar en japón y conocer más sobre esta fabulosa cultura". Así terminé mi pequeña introducción lamebotas en el edificio de la fundación, el fin de semana pasado. Nos convocaron a todos los becados para que nos conociéramos entre nosotros y para que conociéramos al personal que trabaja en la compañía. Ha sido la mejor ceremonia que he tenido jamás: en sólo treinta minutos toda la directiva dio su discurso, entregaron los diplomas de beca y todos los alumnos se presentaron. Eso sí que es eficiencia! Y luego dos horas de sólo comer, brindar y conocer nueva gente. Los de Takase sí que saben pasarla bien... jajajaja. Y al rato sacaron un whiskey más weno que no sé qué. Uuuuf! El presidente, vicepresidente y fundadores eran los más sonrojados y felices de todos.

Si vas en el tren camino a casa y tienes suerte, puedes ver el monte Fuji a lo lejos. En este caso no estaba tan despejado, pero igual se alcanza a ver. Incluso se puede ver que está nevado. Interesante, considerando que está a más de 90 kilómetros de distancia.


Hace unos días vimos por ahí una demostración de koto, instrumento típico japonés. Las músicas interpretaron el canon en re mayor de Pachelbel. En koto. Algo simplemente inhumano, dada la complejidad extrema del instrumento. Lo grabé todito todito con mi cámara, es de las adaptaciones notables de grandes clásicos que he escuchado.


Luego, esa noche fuimos a unas parrilladas coreanas con el grupo de karate. Sentados en el suelo, te iban trayendo la carne de a poquito. Cuento corto, exiguas porciones de pedazos delgados de carne y mucha cerveza. Al rato tenías a todos estos karatecas borrachos cantando en japonés y recordando los mejores momentos de dragonball. Jajajaja


De más está decir que todo me quedó en una muela. Pero para mi fortuna había hartas mujeres, así que aprendí a decir "quieres que te ayude a comer eso?" en japonés. Algo totalmente útil, y es una frase que he utilizado bastante desde entonces. jejeje.


En todo el campus encuentras de estas arañas tigre. Cuando caminas por la universidad no solo tienes que tener cuidado con las avispas venenosas regordetas que vuelan por ahí, sino que más encima hay que tener suma precaución en todo lugar pues puedes toparte con una gigante telaraña de estas atigradas criaturas. Y no son nada amistosas. Esta de la foto estaba envolviendo con seda a la pobre chinche. Creo que estuve durante 15 minutos mirando el proceso, fascinado por tener el Discovery channel al alcance de la mano.


A esta araña la bautizamos "frank". Vive en una de las salidas de emergencia del dormitorio, y es anormalmente grande para su especie. Así que le dimos de comer una mantis religiosa, a ver cómo se comportaba. Lucharon encarnizadamente, hasta que Frank ganó la batalla por cansancio. Y se dio el manso ni que festín con la pobre mantis. Lamentablemente, me enteré que estas arañas no sobreviven el invierno. Dejan tras su existencia huevos que nacerán la próxima primavera. Y el ciclo continúa.


Todas las mañanas veo esto cuando voy camino a mis clases. Pero a estas alturas ya perdió todas esas hojas, y el resto del arboj está enrojeciendo. El que está más a su derecha está completamente amarillo ya, y los pinos les sacan pica con su traje de verde estival.


Algunos árboles ya pasaron del rojo al café. Pero aún no quere botar las hojas. En cambio, hay otros que las dejan caer cuando aún están amarillas. Mil variedades distintas entre cerezos, pinos, avellanos y quién sabe cuántos nombres más en japonés.



La vista desde la biblioteca es un espectáculo de todos los colores habidos y por haber. Los árboles parecen lánguidos, pero el ambiente dista de ser triste. Es una especie de melancolía, pero de la buena.


Todo el campus está lentamente perdiendo el verde. El sol se esfuerza por calentar, pero poco consigue. El otoño se la está ganando de a poco. Pronto no quedará ningún árbol con hojas. Pasear por el campus es muy agradable: todo es silencio, un poquito de sol te abriga lo justo y al caminar por el paisaje pintado de verde, amarillo y rojo siempre llueven hojas. Caen lento, sin prisa; bailan, juegan, mueren. Últimos vestigios de la bonanza del verano, y la etapa que marca la llegada del invierno.



Mañana en la noche tomamos el bus nocturno al sur. Durante 4 días vamos a visitar los legendarios templos, palacios y castillos que hay en la región de Kyoto. Ojalá nos acompañe el otoño, realmente estoy ansioso de ver las hojas tan tan tan tan rojas como las muestran en las fotos. Más les vale a estos nipones que eso no sea fotoshopeo. De lo contrario se enfrentarán a mi furia. je.