martes, 26 de febrero de 2008

Un cachito chimichurri achimichurrizarichado?



Oh, sí! Todo ha terminado. Exámenes, tareas, estrés... ahora nada más que pasarlo bien, viajar y conocer estas curiosas tierras. Mis papás llegan ahora el 9 de marzo, y luego llega la ceci el 19 de abril!! Así que voy a andar ultra visitado estos últimos meses que me quedan. Ya llevo más de la mitad del viaje, pero aún queda para volver en agosto a Chilito querido.


Pues sí, fuimos a la nieve hace tres semanas más menos, al valle de Hakuba en la prefectura de Nagano (Sí, el mismo nagano de los juegos olímpicos de hace algunos años). Éramos un grupo de como 20 personas, y lo pasamos chancho. Sin embargo, todos se repartieron a la hora de esquiar, así que el primer día esquié solito. No es que me queje, en todo caso. Jejeje. Si intenta usted encontrarme en la foto, no podrá hacerlo: soy yo el fotógrafo.


Reconozco que nunca he ido a esquiar a Chillán, por lo que esta fue mi primera experiencia esquiando entre árboles. Afortunada (o quizás desafortunadamente) no choqué con ninguno, así que privé a mis compañeros de viaje de tener el placer de acarrearme a la clínica por múltiples fracturas.


Y trabajé de profesor! Enseñándole esquí a David y Snowboard a Hana. Estaba a dos alumnos al mismo tiempo, me sentí muy pro. Jojojojo. Pasamos la mañana entrenándolos y luego en la tarde me lancé a las pistas de más arriba.


Estuvo nevando casi todo el día, pero al final se despejó un poco. Y pudimos ver el paisaje, que era más que espectacular.


Vida boa, né?


Los cerros estaban tapizados en árboles de hoja caduca, parecía como palitos de fósforo enterrados en la nieve a lo lejos.


El cerro tenía una altitud de 2400 metros aproximadamente, y la base del centro de esquí creo que estaba a menos de 1000. Así que tenías un laaaargo trayecto que hacer desde la cima hasta la base. Aunque claro, también la subida era eterna.


Menos mal que me abrigué bien ese día. Y yo que estoy acostumbrado a esquiar en polera en primavera! Habría muerto congelado al instante.


Obviamente, me tiré por todas las pistas negras que encontré. Pero chupaya que eran negras... demasiado para mi gusto: llenas de bumps para esquiadores masoquistas, hielo y trampas nievísticas. Las antiparras empañadas por dentro no me ayudaron mucho... jajajaja.

Aquí una pequeña vista periférica de los alrededores:




Preciosos, los alpes japoneses. Tres puntos buenos!


Hana, hana, hana... Esas caras, no?


Luego de esquiar de 8 am hasta las 5, yo y uno de mis compañeros descansamos una hora y partimos ya al centro de esquí nocturno. Curioso, interesante y... FRIOOOOO!!!! Jojojojo. Se me ocurrió filmar una bajada, y para ello tuve que hacerlo sin un guante. Mi mano llegó casi con sabañones a la base. Caracórcholis!


Cabe recalcar que en vez de ticket de andarivel te pasaban este chip. Lo ponías bajo la ropa, y para subir al andarivel sólo pasabas al lado de una máquina tipo tarjeta BIP, y te dejaba pasar. Nadie fiscalizaba, todo funcionaba a la perfección. De hecho, los tipos que te ayudaban a subir al andarivel lo barrían antes de que te subieras, cosa que no se te mojara el popín. Tierno, no?

La vuelta fue infernal. Debido a las intensas nevazones, en vez de un viaje de 3 horas y media -como debe ser- fueron 11 horas y media enclaustrados dentro del bus. Jajajaja. Cosas que pasan!

A ver si actualizo ahora más seguido el blog. Tengo haaarrrto material que laboriosamente he juntado estos meses de ausencia.