miércoles, 11 de junio de 2008

De estudio se pinta la noche


Otro fin de semana, otro viaje. Y esta vez fui niño bueno: nos quedamos estudiando el viernes en la noche con Angel para adelantar tareas y "descansar" para el sábado. Pero "descansar" significó dormir nuevamente una hora y media (a las 6, con todos los pajaritos cantando hicimos calabaza y a las 8 ya estábamos en la estación de tren). Nuestra meta: el pequeño pero fabuloso valle de Shosenkyo, a unas 2 - 3 horas al sur de Tokyo.


El recorrido eran 4 kilómetros de un camino agradablemente pavimentado y sin sobresaltos que bordean el pequeño caudal de agua en la foto. A menudo con rocas grandes, me recordó mucho de ríos que tenemos al sur de Chile.


El rugido del pequeño pero furioso rápido era amortiguado por la vegetación circundante, y sólo se podía apreciar cuando uno llegaba hasta la orilla. Esta vez no quise mojar las patitas porque el día estuvo un poco ambiguo en términos de sol, pero al menos metí los brazos hasta el codo. El agua era muy, muy fría. Muy fría! Tan fría! Cuán fría?


Dado que nos esperaba sus buenas horas de caminata optamos por hacer un poco de meditación Zen al encontrar las piedras adecuadas (es la solución a todos tus problemas de cansancio). Jajajaja.


Y naturaleza siempre sorprendiéndonos con pequeños habitanes: orugas coloridas...


Orugas descoloridas...


Y el logro fotográfico del día: lo llamo "chinita amarilla color rojo en una rama muy verde"


No podía faltar la foto de flores... Las clásicas de tallito gelatinoso y baba pegote.


Ahora bien, en varias ocasiones tuvimos la oportunidad de bajar hasta la ribera y encaramarnos en las rocas enormes que había, y aprovechamos de tomar un par de fotos panorámicas. A menudo la gente nos miraba y se preguntaba cómo demonios habíamos llegado hasta donde estábamos, pero nadie estaba dispuesto a pasar por los nidos de araña, enjambres de mosquitos furiosos y piedras resbaladizas que había para llegar allá. El precio de la gloria, supongo.


Y pensar que este paraíso vegetal se encuentra a sólo 2 horas de una selva de cemento que es una de las metrópolis más pobladas del mundo.


Creo que habría sido feliz llevando mis cuadernos y estudiando ahí, al borde del agua. Claro, llevando un buen traje de baño, su llanta de camión, huevitos duros y mi toalla de playa descolorida.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Precioso el lugar que visitaron!!!!!Como siempre...y no esperaba menos...hermosas fotos!!!
Que bueno que Angel sea una buena y entusiasta compañera de paseos y caminatas.Herrrrrrrrmosooooo.
Que sigas disfrutando las ultimas semanas que te van quedando por alla....te queremos, te extrañamos, te recordamos......muuuuchos besos y abrazos de ....la presidenta del club de tu blog.....tu santa madre!!!!!jajajaja (por fin le "gane" a tu otra fan = ) )

noesmasqueblabla dijo...

Bruno!
Ya andas todo pilucho por Japón... era de esperarse no...
Mientras uno anda toda mocosa por Chile, enferma. :(
Besitos!