miércoles, 14 de noviembre de 2007

Porotos verdes y chalitas rojas



"... y debo agradecer a la fundación Takase por darme la excelente oportunidad de estudiar en japón y conocer más sobre esta fabulosa cultura". Así terminé mi pequeña introducción lamebotas en el edificio de la fundación, el fin de semana pasado. Nos convocaron a todos los becados para que nos conociéramos entre nosotros y para que conociéramos al personal que trabaja en la compañía. Ha sido la mejor ceremonia que he tenido jamás: en sólo treinta minutos toda la directiva dio su discurso, entregaron los diplomas de beca y todos los alumnos se presentaron. Eso sí que es eficiencia! Y luego dos horas de sólo comer, brindar y conocer nueva gente. Los de Takase sí que saben pasarla bien... jajajaja. Y al rato sacaron un whiskey más weno que no sé qué. Uuuuf! El presidente, vicepresidente y fundadores eran los más sonrojados y felices de todos.

Si vas en el tren camino a casa y tienes suerte, puedes ver el monte Fuji a lo lejos. En este caso no estaba tan despejado, pero igual se alcanza a ver. Incluso se puede ver que está nevado. Interesante, considerando que está a más de 90 kilómetros de distancia.


Hace unos días vimos por ahí una demostración de koto, instrumento típico japonés. Las músicas interpretaron el canon en re mayor de Pachelbel. En koto. Algo simplemente inhumano, dada la complejidad extrema del instrumento. Lo grabé todito todito con mi cámara, es de las adaptaciones notables de grandes clásicos que he escuchado.


Luego, esa noche fuimos a unas parrilladas coreanas con el grupo de karate. Sentados en el suelo, te iban trayendo la carne de a poquito. Cuento corto, exiguas porciones de pedazos delgados de carne y mucha cerveza. Al rato tenías a todos estos karatecas borrachos cantando en japonés y recordando los mejores momentos de dragonball. Jajajaja


De más está decir que todo me quedó en una muela. Pero para mi fortuna había hartas mujeres, así que aprendí a decir "quieres que te ayude a comer eso?" en japonés. Algo totalmente útil, y es una frase que he utilizado bastante desde entonces. jejeje.


En todo el campus encuentras de estas arañas tigre. Cuando caminas por la universidad no solo tienes que tener cuidado con las avispas venenosas regordetas que vuelan por ahí, sino que más encima hay que tener suma precaución en todo lugar pues puedes toparte con una gigante telaraña de estas atigradas criaturas. Y no son nada amistosas. Esta de la foto estaba envolviendo con seda a la pobre chinche. Creo que estuve durante 15 minutos mirando el proceso, fascinado por tener el Discovery channel al alcance de la mano.


A esta araña la bautizamos "frank". Vive en una de las salidas de emergencia del dormitorio, y es anormalmente grande para su especie. Así que le dimos de comer una mantis religiosa, a ver cómo se comportaba. Lucharon encarnizadamente, hasta que Frank ganó la batalla por cansancio. Y se dio el manso ni que festín con la pobre mantis. Lamentablemente, me enteré que estas arañas no sobreviven el invierno. Dejan tras su existencia huevos que nacerán la próxima primavera. Y el ciclo continúa.


Todas las mañanas veo esto cuando voy camino a mis clases. Pero a estas alturas ya perdió todas esas hojas, y el resto del arboj está enrojeciendo. El que está más a su derecha está completamente amarillo ya, y los pinos les sacan pica con su traje de verde estival.


Algunos árboles ya pasaron del rojo al café. Pero aún no quere botar las hojas. En cambio, hay otros que las dejan caer cuando aún están amarillas. Mil variedades distintas entre cerezos, pinos, avellanos y quién sabe cuántos nombres más en japonés.



La vista desde la biblioteca es un espectáculo de todos los colores habidos y por haber. Los árboles parecen lánguidos, pero el ambiente dista de ser triste. Es una especie de melancolía, pero de la buena.


Todo el campus está lentamente perdiendo el verde. El sol se esfuerza por calentar, pero poco consigue. El otoño se la está ganando de a poco. Pronto no quedará ningún árbol con hojas. Pasear por el campus es muy agradable: todo es silencio, un poquito de sol te abriga lo justo y al caminar por el paisaje pintado de verde, amarillo y rojo siempre llueven hojas. Caen lento, sin prisa; bailan, juegan, mueren. Últimos vestigios de la bonanza del verano, y la etapa que marca la llegada del invierno.



Mañana en la noche tomamos el bus nocturno al sur. Durante 4 días vamos a visitar los legendarios templos, palacios y castillos que hay en la región de Kyoto. Ojalá nos acompañe el otoño, realmente estoy ansioso de ver las hojas tan tan tan tan rojas como las muestran en las fotos. Más les vale a estos nipones que eso no sea fotoshopeo. De lo contrario se enfrentarán a mi furia. je.

3 comentarios:

noesmasqueblabla dijo...

Por algo son potencia mundial... la eficiencia pues XD

Jiajiajiajiajiajaiajiajiajiaa...

Anónimo dijo...

Querido Bruno, que rico saber nuevamente de ti, que sigues pasando tus dias con nuevas aventuras y sorpresas para contarnos atosod los que estamos aca tan lejos y te queremos y extrañamos tanto.
Sigue disfrutando a concho, cuidate de todas tus lesiones para que pùedas retomar los deportes pronto.
Besos de quien mas te quiere y adora como ninguna otra mujer lo hara jamas!!!!!! tu mami jajajajaja

Unknown dijo...

Tendrás que mostrarme algún día tal ejecución del canon...

Suerte en Kyoto ;)